En la ciencia ficción la teletransportación o teleportación, es el proceso de mover personas, objetos o partículas de un lugar a otro instantáneamente (como en The Fly o StarTrek), sin usar métodos convencionales de transporte, pero en la vida real la teletransportación no es una cuestión de mover la materia sino información.
Así, la teleportación cuántica es una técnica utilizada por científicos para la transferencia de información cuántica de un sistema a otro. Este último no transporta el sistema en sí mismo, ni permite la comunicación de información a velocidades superluminales (más rápidas que la luz), tampoco reordena las partículas de un objeto macroscópico para copiar la forma de otro objeto. Su característica distintiva es que puede transmitir la información presente en una superposición cuántica, útiles para la comunicación y la computación.
Los físicos han sido capaces de intercambiar información entre las partículas de luz (fotones) o entre los átomos, siempre y cuando estén uno al lado de otro. En el 2009, un equipo de científicos de la Universidad de Maryland y Michigan logró enviar información entre dos átomos aislados a una distancia de un metro, siendo la primera vez que se emplean fotones para “teletransportarse” a largas distancias y un átomo es apreciado por su capacidad de retención de información.
Pero recientemente, investigadores del Laboratorio Nacional Hefei para Física en Microescala de la Universidad de Ciencia y Tecnología en Anhui (China) y el Departamento de Física de la Universidad de Tsinghua (Beijing) han logrado un nuevo hito teletransportando información entre fotones a una distancia de espacio libre de cerca de diez millas (16 kilómetros), es decir, sin necesidad de viajar en canales de fibra óptica. Demostrando así la viabilidad de los experimentos basados en el espacio y un paso importante hacia las aplicaciones de comunicación cuántica – en tiempo real – a escala global.
Tal vez Spock no pueda teletransportarse de la Tierra a Vulcano, pero si podría comunicarse de la Tierra a una estación espacial en órbita, utilizando la telerportación cuántica para enviar mensajes (vía satélite) de un punto a otro del espacio sin que nadie – ni siquiera los romulanos – pueda interceptarlos, como supone la criptografía cuántica.