Os explico de qué va el tema. El “reset” de Windows 8 es, a grandes rasgos, limpiar del sistema operativo todo rastro del usuario. Aplicaciones, datos personales, configuraciones… Todo será eliminado del sistema. Es un formateo y reinstalación en toda regla, realmente. Aunque para muchos es una solución un tanto drástica cuando lo que queremos es aligerar el sistema o hacer que vuelva a funcionar bien (que son las principales razones por las que muchos reinstalamos el sistema operativo).
El verdadero sentido lo tiene el “refresh”. Es un proceso similar al anterior, pero manteniendo datos personales, aplicaciones (siempre que hayan sido adquiridas a través de la tienda), algunas configuraciones personales (no todas) y demás. Es más o menos como si reinstaláramos Windows sin formatear la unidad, manteniendo nuestro directorio personal. La cosa va algo más allá que Restaurar Sistema, como podemos ver.
Ambas funciones son muy sencillas de utilizar para un usuario cualquiera: básicamente es pulsar un botón en el panel de preferencias de Windows (no el Panel de Control) y seguir un asistente. Además de ser procesos realmente rápidos (un refresh tardaría apenas 6-8 minutos).
Tanto el reset como el refresh, por cierto, podemos hacerlos desde la misma interfaz de Windows 8, pero tenemos la opción de crear una llave USB con éstas y otras herramientas de recuperación para usarlas en el caso de que nuestro PC no sea capaz de iniciarse por sí mismo. También podremos eliminar las particiones de recuperación que ciertos fabricantes introducen en nuestros discos duros.